Miopía

Las personas que padecen miopía tienen dificultades para ver con claridad los objetos lejanos. En cambio, pueden ver sin problema los objetos cercanos. La miopía puede corregirse mediante gafas, lentes de contacto o cirugía láser ocular.

En las personas miopes, la imagen de un objeto lejano se forma delante de la retina y no sobre ella, lo que provoca que en la retina se proyecte una imagen borrosa, que posteriormente se transmite al cerebro. Las causas de que la imagen de los objetos lejanos se forme delante y no sobre la retina pueden ser variadas, como un globo ocular demasiado largo o un poder de refracción demasiado elevado del sistema ocular.

Para medir el poder de refracción del ojo se utiliza la unidad dioptrías. El valor normal para ver objetos lejanos se sitúa aproximadamente entre 60 y 65 dioptrías. En caso de problemas de visión, la cifra se encuentra por debajo de la norma (lo que indica miopía) o por encima de ella (lo que indica hipermetropía). Generalmente, la miopía se corrige con gafas o lentes de contacto, aunque también existe la posibilidad de realizarse una cirugía láser ocular.

Las dos causas más probables de la miopía son un globo ocular demasiado largo o un exceso en la capacidad de refracción del ojo. Esto provoca que la imagen de los objetos lejanos se forme delante de la retina, lo que conduce a una visión borrosa.

También existe la miopía hereditaria, llamada miopía simple: este tipo de miopía se transmite genéticamente y suele manifestarse entre los 10 y 12 años de edad. El valor en dioptrías suele permanecer constante a partir de los 25 años en la mayoría de los casos.

En la miopía maligna se produce un alargamiento del globo ocular sin la intervención de factores externos. En este proceso pueden resultar dañadas tanto la retina como la coroides. Un signo típico de esta forma de miopía es la aparición de la llamada mancha de Fuchs, una cicatriz pigmentada en la mácula originada por daños. En esta enfermedad no solo se produce una debilidad visual, sino que también puede producirse un desprendimiento de retina, por lo que requiere tratamiento inmediato.

Los síntomas de la miopía incluyen, entre otros: dificultad para reconocer rostros, señales y textos proyectados a distancia, así como visión borrosa en la lejanía. Además, los afectados suelen sufrir dolores de cabeza, especialmente en situaciones que requieren mantener la vista en la distancia durante más tiempo, como en la escuela, la universidad o al conducir. Para diagnosticar la miopía, lo mejor es acudir a un oftalmólogo u óptico. Mediante un examen de la vista se evalúa la visión de cerca y de lejos. Si se diagnostica miopía, se recomienda un examen más detallado por parte de un oftalmólogo para determinar la causa, ya que con la miopía también existe la posibilidad de un desprendimiento de retina. Para medir la capacidad de refracción del ojo existen dos procedimientos: la determinación objetiva de la refracción y la determinación subjetiva de la refracción.

El tratamiento de la miopía suele realizarse con gafas o lentes de contacto. Para quienes prefieren prescindir de ellas, existe la opción de una cirugía láser ocular. El procedimiento más común es la técnica LASIK. Antes de someterse a esta intervención, es imprescindible una exploración previa exhaustiva.

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